¿Quieres saber cuáles son los platos, las bebidas y los postre más caros del mundo?



En el mundo del lujo y la opulencia, no existen los límites. Si todavía te quedan dudas, lee esta nota.

Sepan ustedes, que tal vez nunca prueben ni uno solo de los bocadillos que les vamos a describir a continuación. Y no se trata simplemente de un tema monetario, porque, aunque tuviesen la plata para chupetear un helado de 21.000 euros, lo más probable es que gastarían sus pesos en otra cosa. Pero como en Planeta JOY nos gusta mucho embadurnarnos en glamour, y más cuando hay comida de por medio, no nos íbamos a perder de contarles cuáles son por estos días los alimentos más caros del planeta.



Muchas veces nos resulta obscena la opulencia cuando hay tanta necesidad dando vueltas, pero también seamos sinceros: ¿hay algo más lindo que fantasear con vidas que uno quizá nunca pueda tener? Es decir, que levante la mano el que pueda sentarse en el restaurant del Hempel Hotel, en Bayswater, al oeste de Londres, y darse el gusto de pedir la ensalada Sea and Earth, que cuesta 1.000 euros.

Seamos fantasiosos, entonces, y descaradamente glamorosos para leer lo que sigue.

Así empieza el conteo. ¿A usted le gusta la pizza? Bueno, olvídese de todas las pizzas vulgares que probó hasta ahora porque llegó la Pizza Royale 007, que cuesta 4000 dólares y viene con chispas de oro comestible de 24 quilates, caviar, champagne, salmón ahumado, medallones de venado y langosta, todo marinado en coñac.


Al parecer, este milagro hecho mozzarella fue cocinado con fines benéficos para una subasta en e-Bay organizada por British Pizza Pasta & Italian Food Association. El chef encargado fue Domenico Crolla, de Glasgow, Escocia, que finalmente fue imputado por la Justicia de ese país, acusado de guardarse en el bolsillo una cantidad importante de chispas de oro que debían ser esparcidas sobre el queso fundido.

Un poco más terrenal por su precio es la hamburguesa más cara del mundo, que se sirve en el restaurante Estik, de Madrid, aunque sigue costando un ojo de la cara (120 dólares) porque está elaborada con solomillo de buey de Kobe, Japón. Cuentan que, antes de convertirse en medallón de carne, el animal recibe masajes para relajar el tono muscular, baños de sake y una dieta exclusiva en la que se incluye cerveza (estimula el apetito del buey y lo emborracha alegremente).

Sin embargo, los propietarios del restaurant DB Bistro Moderne se enojaron cuando escucharon que había una hamburguesa más cara que la que sirven ellos. “Nuestra Double Truffle Burger también cuesta 120 dólares”, clamaron. Esta versión trae doble ración de trufas negras y carne de costillas asadas durante doce horas en una poción de vino tinto, foie gras y una selección de tubérculos. El pan lleva toques de queso parmesano, semillas de amapolas y es untado con rábano picante, tomates confitados, lechuga frisé y cebollas rojas. Sólo resta que el libro Guiness de los récords dictamine si la hamburguesa más costosa del mundo es madrileña o neoyorquina, aunque a nadie le importe demasiado.

Pero sigamos adelante en el campo del hedonismo gastronómico y conozcamos el Frrozen Haute Chocolate Velsid, un helado que se ofrece en un bistró de Nueva York a 21.000 euros. Este sorbete tiene un chocolate obtenido de 28 clases distintas de cacao pertenecientes a 14 países. Pero lo que dispara su precio al cielo es que contiene incrustaciones de piedras preciosas en el cucurucho, que uno puede llevarse después a casa para quedar bien con la patrona.

Otro postre que se las trae es el Fortress Aquamarine, con oro comestible de 80 quilates que cuesta 14.000 dólares y se consigue sólo en un pub de Sri Lanka que se llama The Fortress.

En el terreno de los fiambres también hay novedades. Quienes hayan ido alguna vez a algún bodegón con patas de jamón Torgelón colgando del techo (con el peligro latente de que uno se nos caiga encima y nos parta la cresta) deben saber que en algún lugar del mundo existe un jamón ibérico de bellota cuyo valor es de 26.000 dólares. Uno podría morir feliz si está cenando en un bodegón y de repente se le cae encima semejante tesoro porcino.

Por otra parte, los amantes del café también pueden estar felices de tener su propio fetiche de costo exorbitante. Resulta que el café más oneroso del planeta se llama Kopi Luwak y se origina en el estómago de un animal que se parece a un gato grande. Suena repugnante y lo es: el bicho en cuestión se llama Luwak y habita en los cafetales de las islas de Indonesia, alimentándose de los granos de café más óptimos en su estado de maduración. Este gatazo digiere la parte más carnosa y desecha las semillas, que son levantadas a mano de entre sus excrementos y vendidas a 750 euros el kilo. Lo que nadie sabe cuando consume un pocillo es que semejante delicia fue levantada de las deposiciones de un felino querendón y lleno de laxantes encima.

COÑAC, COCTEL Y ENSALADA
Como nos alejamos bastante del glamour inicial, queremos volver a la buena senda y contarles acerca de las bebidas más cara del mundo El mes último se subastó en Praga una botella de coñac por 19.000 dólares. Se trata de una exclusivísima edición limitada de 786 unidades del Louis XIII Perla Negra, de la marca Rémy Martin, que es una copia de la original dedicada al rey Louis XIII y contiene una mixtura de mil coñacs de 100 años de antigüedad.

En la subasta participaron 30 personas y el precio de base fue de 5100 dólares pero la puja de los interesados llevó el precio hasta los 19.000 dólares que finalmente se pagaron. Aún así, no es la botella más cara vendida hasta el momento por Rémy Martin, ya que hace unos años logró colocar uno de sus coñacs a 90.000 dólares en un remate realizado en Japón.

También en el ámbito de los cocktails hay un caso que merece ser citado. En un bar de la ciudad de Chicago, llamado el Reserve Club, existe el trago más caro del mundo, preparado con vodka, coñac, jugo de naranja, granadina y champagne, que viene con un rubí en vez de una aceituna (ojo con tragárselo). El cóctel se llama Ruby Red, cuesta 950 dólares y hasta el momento sólo tres personas lo pidieron.

Finalmente, para cerrar esta crónica de excesos queremos ampliar el caso de la ensalada Sea and Earth, que les presentamos al principio. Desde las cocinas del Hempel Hotel llega la receta de esta maravillosa entrada de 1000 euros (¡ni siquiera es el plato principal!). Trufas negras, dos tipos de caviar, cangrejo, langosta y “cigalas pescadas con nasa”, un crustáceo que en este caso se levanta del mar con una red cuyo origen se remonta a muchos siglos atrás. Según un cronista del diario londinense The Guardian, único periodista acreditado al que se permitió probar este plato, el caviar dorado Almas que viene en la ensalada “se derrite como los copos de nieve”.

Después de haber leído estas líneas uno podrá afirmar que el lujo es vulgaridad, aunque, con semejantes manjares de por medio, la verdad es que vale la pena rebajarse un poco. ¿O no?


Tomado de : Planeta JOY




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